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Lanzamos el podcast en audio y video junto a mi colega Alejandro desde México, Consultorio abierto. Aquí ofrecemos un muestreo del quehacer terapéutico en nuestra clínica a través del dar respuesta a consultas que las personas hacen en las redes sociales, las tomamos, las respondemos como lo haríamos en sesión, y les invitamos a realizar las suyas para contestar en el futuro. Que sea de su agrado es el deseo.
Duele guardar secretos. El secreto está asociado con un menor bienestar, peor salud y relaciones menos satisfactorias. La investigación ha relacionado el secreto con un aumento de la ansiedad, la depresión, los síntomas de mala salud e incluso la progresión más rápida de la enfermedad. Hay una explicación aparentemente obvia para estos daños: ocultar secretos es un trabajo duro. Tienes que tener cuidado con lo que dices. Si te preguntan sobre algo relacionado con el secreto, debes tener cuidado de no cometer un desliz. Esto podría requerir una evasión o incluso un engaño. La vigilancia y el ocultamiento constantes pueden resultar agotadores.
Sin embargo, una nueva investigación sugiere que, después de todo, el daño de los secretos no proviene realmente de la clandestinidad. El verdadero problema de guardar un secreto no es que tengas que esconderlo, sino que tienes que vivir con él y pensar en ello.
El concepto de secreto puede evocar la imagen de dos personas en una conversación, con una persona ocultándose activamente de la otra. Sin embargo, tal ocultación es realmente poco común. Es mucho más común rumiar nuestros secretos. Es nuestra tendencia a vagar mentalmente hacia nuestros secretos lo que parece más dañino para el bienestar. El simple hecho de pensar en un secreto puede hacernos sentir que no somos auténticos. Tener un regreso secreto a la mente, una y otra vez, puede ser agotador. Cuando pensamos en un secreto, nos puede hacer sentir aislados y solos.
Para comprender mejor los daños del secreto, mis colegas y yo primero nos propusimos comprender qué secretos guarda la gente y con qué frecuencia. Descubrimos que el 97 por ciento de las personas tiene al menos un secreto en un momento dado, y la gente tiene, en promedio, 13 secretos. Una encuesta de más de 5,000 personas encontró que los secretos comunes incluyen preferencias, deseos, problemas relacionados con las relaciones y el sexo, trampas, infidelidad y violaciones de la confianza de los demás.
En varios estudios, les pedimos a los participantes que estimaran con qué frecuencia ocultaban su secreto durante las conversaciones con otros, y también con qué frecuencia pensaban en el secreto fuera de las interacciones sociales. Descubrimos que cuanto más a menudo la gente pensaba simplemente en sus secretos, menor era su bienestar. Sin embargo, la frecuencia del ocultamiento activo al interactuar con otros no tenía relación con el bienestar.
Siguiendo esta investigación, un nuevo artículo revela por qué pensar en secretos es tan dañino. Dando la vuelta a la pregunta, examinamos las consecuencias de confiar secretos. Descubrimos que cuando una persona confía un secreto a un tercero, no reduce la frecuencia con la que tiene que ocultar el secreto a otras personas que aún se mantienen en la oscuridad. Más bien, reduce la frecuencia con la que su mente vaga hacia el secreto en momentos irrelevantes.
El acto de confiar un secreto puede resultar catártico y reconfortante. Pero la mera catarsis no es suficiente. Cuando se confía un secreto, lo que realmente es útil es la conversación que sigue. Las personas informan que cuando comparten un secreto con otra persona, a menudo reciben apoyo emocional, orientación útil y consejos útiles. Estas formas de apoyo hacen que las personas se sientan más seguras y capaces de afrontar el secreto. Cuando las personas encuentran una forma más saludable de pensar sobre su secreto, rumian menos sobre él y mejoran su bienestar. Nuestros estudios sugieren que lo importante es hablar con otra persona sobre un secreto. Una sola conversación puede conducir a una actitud y una mente más saludables.
Esta nueva ciencia del secreto trae buenas y malas noticias. La mala noticia es que incluso cuando no estemos ocultando nuestros secretos, todavía están muy con nosotros y pueden herirnos. La buena noticia es que incluso cuando decidimos mantener algo en secreto, hablar con otra persona puede marcar la diferencia. Los secretos no tienen por qué doler tanto como lo hacen.
Traducción de la publicación del autor Michael Slepian
en SCIENTIFIC AMERICAN, a Division of Springer Nature America, Inc.
Copyright © 2019, Scientific American, Inc.
Hace unos días se publicó este informe de consumo de psicofármacos en niveles históricos de consumo, que profundiza o das mas resolución a esa imagen que ya había tenido leyendo el informe del Observatorio de Psicología Social Aplicada que publiqué hace poco, ya que ahí la gente encuestada menciona que la medicación es una de las opciones o conductas que se toman para sobrellevar el malestar de la pandemia, pero como aventuré decir al respecto, todas las conductas ordenadas de mas recurrentes en la gente a menos recurrente, a mi parecer jerarquizaba de las mas optimas y recomendables a las menos, y por eso no mencioné directamente los fármacos, porque estaban últimos en la lista.
En este informe sin embargo, al poner el foco en ese asunto puntual, es evidente que no por menos recurrente, a escala global sí es impactante el uso en crecida de los psicofármacos, principalmente para calmar la ansiedad y para conciliar el sueño. Motivos no han de faltar, y no comparto necesariamente para hacer una critica al respecto. Siempre es deseable evitar la automedicación y no digo nada nuevo. Pero sea por tener material de lectura o para leer mi recomendación de que hagan consultas terapéuticas o para que NO TOMEN BENZODIAZEPINAS SIN SEGUIMIENTO MEDICO, NO SON JODA!
Eso, pueden consultar cuando necesiten :3
¿Hace bien o no? Bueno, cuestión de medirse en el tiempo, porque de eso depende; si bien se puede estimar cual es el tiempo aproximadamente optimo, puede servir tener algo mas de información sobre los ciclos del sueño.
El sueño regula nuestra actividad mental, nuestra energía y por tanto nuestros ánimos, desde ahí que nos resulte relevante para entender la conducta humana. Yo, por lo pronto, antes que contar lo que sé o ponerme a revisar el estado del arte en papers, di con el nuevo vídeo de Sandra, La hiperactina (canal recomendadísimo de Youtube de divulgación en biomedicina), que me explica eso que sospechaba, una siesta de 3 horas no es una siesta, Martin.(?
Estuve leyendo el último reporte del observatorio de psicología social aplicada, sobre “secuelas psicológicas en personas que tuvieron covid-19”, que si bien ya necesita actualización pues es del mes de mayo de 2021, tiene datos que me resultan relevantes compartir, además que suele ser base de datos de la prensa en general, y probablemente hayan llegado a tu conocimiento la información que este reporte refiere.
El estudio aborda sintomatología psicológica en población post enfermedad de coronavirus, puntualmente se fija en si las personas desarrollan síntomas depresivos, de ansiedad, de estrés post traumático, de riesgo suicida, y de deterioro cognitivo, que si bien son datos importantes los voy a resumir pues no es lo que me resulta más relevante en esta ocasión, además los resultados son esperables. Lo importante a saber es que los síntomas en todos los padecimientos enumerados son más severos cuando la persona tiene menor nivel educativo, cuando la persona tiene menor nivel de ingresos (o se autopercibe de un nivel socioeconómico bajo o medio), cuando la persona no realiza actividad física, cuando la persona consume tabaco, cuando los síntomas del coronavirus son muchos, pero principalmente si hubo fiebre y/o falta de aire, y más si la fiebre duró más días (6 o más), y parece también ser un factor de deterioro si la enfermedad de covid requirió en la persona una internación en unidad de terapia intensiva respecto de la persona que requirió atención en sala común (no habla el reporte de personas que hicieron cuarentena en su hogar, pero asumiría que en su mayoría corresponderían con el grupo de atención en sala común). En esto agregaría como importante que mucha gente de esta muestra reportó síntomas depresivos por encima de lo normal, de moderado a severo (56% de la muestra); también una prevalencia de puntuación alta en riesgo suicida en el sector más joven de la muestra (18 a 35 años).
Bueno, ahora sí, lo que me resulta más interesante. Al momento de revisar el malestar psicológico y las conductas de afrontamiento, primero, el 94% declaró afirmativamente “padecer malestar psicológico”, un 32% declaró estar en tratamiento psicológico, y del total de los que dijeron que no un 67% (44% del total de la muestra) dijo que considera necesitar tratamiento; segundo, las conductas de afrontamiento, enumeradas de la más recurrente a la menos, fueron: Hablar con amigos, hablar con psicólogo, hacer deporte, realizar actividad artística, tomar medicación, rezar, tomar alcohol. Por alguna razón, tuve la sensación que sin querer esta lista jerarquizó las conductas, de la más adecuada y recomendable a la menos recomendable. Claramente la red de contención en este sentido es sumamente protagonista en las personas que enferman. Seguido está la ayuda profesional y luego la actividad física y artística. Y en estas 4 me centraría para recomendar, sea padeciendo la enfermedad o estando al cuidado de alguien, o sabiendo de alguien a quien podemos poner en órbita con esta información, que tenga cubierta al menos una de estas cuatro posibilidades, mientras más sean, mejor va ser el pronóstico clínico, sin duda.
Etchevers, M. J., Garay, C. J., Sabatés, J., Auné, S., Putrino, N., Grasso, J., & Helmich, N. (2021). Secuelas psicológicas en personas que tuvieron Covid-19. Relevamiento del impacto psicológico de haber padecido covid-19 en población argentina. Observatorio de Psicología Social Aplicada, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Recuperado de: http://www.psi.uba.ar/opsa/#informes
En invitación al programa del amigo y colega en México, Alejandro Segura Chávez, nos dimos el gusto de charlar de lo mismo que charlamos en privado, la figura de Peterson, probablemente la figura contemporánea que mejor nos representa como psicólogo clínico, e indefectiblemente como modelo de ser humano.
Por tanto una conversación que nos queda muy cómoda y que comparto en este espacio para quien quiera acercarse a su obra, o para quien quiera descubrir cual es el valor que le encontramos quienes lo seguimos.
Anoche revisaba un paper que recopilaba informes de variados (y conocidos) casos de epidemias que requirieron cuarentenar y su impacto psicológico (Brooks, S. K. et al 2020). Las referencias de los factores de riesgo y factores de protección no son novedad, pero la magnitud de lo que estamos viviendo hace algunas diferencias que creo van a poder hacerse lecturas de acá a un tiempo; por ejemplo establecen como factor de riesgo las extensiones de cuarentenas... es nuestro caso, sin embargo en estas circunstancias estamos todos, acá y en el mundo (con excepciones) cumpliendo el encierro, que creo hace la salvedad, no juega la idea del *querer salir porque haya otras personas afuera, pienso; y al mismo tiempo, se da por sí mismo uno de los factores de protección que es el *procurar la voluntad propia de hacer cuarentena, que si bien es por fuerza mayor, se me ocurre que, al revés, está reducida la voluntad de salir, lo cual creo deja apropiarnos aunque sea un poco del acto de respetar el encierro. Desde luego menciona mas cosas referidas al aburrimiento y a la comunicación con quienes son significativos para uno, pero de esa información abunda.
Lo que sí me parece para resaltar del relevo de datos, es que la evidencia dice que quien se lleva la peor parte del estrés que producen estos contextos, aunque no sea novedad, es el personal de salud, y no es difícil de notarlo, así que si tenés un vecino o vecina en el rubro que la está peleando ahí afuera, de mínima no seas un/a miserable, hacé el favor de no restar en esta, en referencia a los que dejan mensajes hostiles en sus edificios, después que cada quien vea y elija como puede y quiere ayudar/sumar. Eso.
En fin solo una interpretación personal de lo que estamos viviendo en conjunto a lo que dice el informe.
Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., & Rubin, G. J. (2020). The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet. doi:10.1016/s0140-6736(20)30460-8